¿Qué es eso que tanto te enfada?, ¿Alguien de tu entorno te irrita profundamente?, ¿Reconoces tu parte en el enojo?
Debido a todas las situaciones que acontecen a lo largo del día y del poco control que tenemos sobre la mayor parte de ellas, nuestro estado de ánimo, puede sentirse perturbado mucho más rápido de lo que nos gustaría. Momentos que se tuercen fortuitamente provocando nuestro rechazo. Situaciones cuyo final no coincide con el desenlace que teníamos en mente. Enfrentamientos con los demás que sacan nuestra peor versión y nuestros peores modos.
¿Qué haces para llegar a ese estado de irritación?
¿Cómo sabes que ya estás enfadado?
¿Qué haces con tu enojo?
Imagina que estás recién levantado. Después de salir del baño, te diriges a la cocina para prepararte el desayuno. Cuándo el café ya está listo, decides servirlo en tu taza favorita. Sin saber muy bien porqué, la taza se tambalea y acaba en el suelo, junto con el café...
¿Cómo te haría sentir está situación?
¿Es suficiente para disgustarte?
¿Qué es lo que te cabrea de todo esto?
¿Qué se derrame el café o tener que recogerlo después?
¿Tu torpeza?
¿La torpeza de la taza?
Sería agotador tener que controlarlo todo y a todos. También algo incongruente. Ya que si todos pudiésemos controlarlo todo.
¿Qué pasaría si lo que yo quiero controlar, tú también lo quisieras controlar?
¿Quién gozaría del control?
Ese disgusto, ese malestar tan desagradable, ¿Quién lo provoca?,¿La situación o la persona qué no te gusta? o ¿Tú qué eres quién siente la molestia?. Una taza o una persona no puede hacerse responsable de tu enfado. Esa sensación la generas tú. La gente hace cosas, no te hace cosas. Y las cosas suceden y no en tu contra.
Hasta del más irracional de los enfados podemos aprender la mejor de las lecciones. Lo padezcas tú o cualquiera de tu entorno. Es interesante descubrir qué es eso que tanto nos molesta y porqué, así como descubrirlo en los otros. Facilitaría nuestra relación, ya que con tal información, sería mucho más fácil encontrar el equilibrio en lo social.
Aunque suene paradójico, tenemos que aceptar que para no perder el control no podemos, ni debemos controlarlo todo, ni a todos. Lo que te empeñes en controlar, te controlará a ti, perdiendo entonces todo tu control.
No es lo que sucede, si no lo que hacemos con lo que sucede. Esa sí es tu responsabilidad y de ti depende lo que hagas con ella. Y no te apures, ya que se necesita lidiar con muchas tempestades hasta alcanzar la calma.
¿Para qué te enfadas?
¿Y te funciona? o ¿Aumenta tu cabreo?
Para desahogarme.