¿Te mereces lo qué te pasa?, ¿Y lo qué no te pasa?, ¿Qué es lo que te mereces?
Si rápidamente tuvieras que hacer un breve resumen de tus últimos cinco años, e incluir los logros más importantes. ¿Crees que los merecías?
El hecho de merecer está estrechamente relacionado con la autoestima. No siempre nos permitimos recibir lo bueno, sin más. Si creemos que estamos recibiendo más de lo debido, enseguida entra el juego el desconcierto, acompañado a veces, de la culpa. Apareciendo problemas con el merecimiento.
¿Cómo sabes lo qué te mereces y lo que no?, ¿Cómo lo mides?, ¿En base a qué?, ¿Te comparas con alguien?
Las personas con autoestima sana no suelen tener dificultades con el merecer y el recibir. Si reciben más de lo esperado, entienden que hay veces que la realidad puede superar las expectativas. Lo aceptan y agradecen sin culpa. Fomentando que la abundancia y la prosperidad frecuente sus vidas.
En cambio las personas con la autoestima dañada, les pesa la culpa. La culpa de recibir algo que creen no merecer. Normalmente en todo problema de merecimiento, capacidad o posibilidad, siempre hay alguna creencia, arraigada a ti, que te limita para convertirte en quién realmente eres. Las creencias las adoptamos según las experiencias vividas. En algún momento nos serían de utilidad, pero ya que todo cambia, también debemos renovar viejas creencias.
Es cierto que el hecho de merecer e indirectamente el de recibir, no funcionarían de la misma manera, si nos olvidásemos del dar. Porque para recibir hay que dar. Recibir sin dar o dar sin recibir, en pocos casos se contempla. Hay veces que el que más da, es el que menos cree merecer. Otras veces el que menos da, cree merecérselo todo.
Revisa tus creencias en relación con el hecho de merecértelo o no. Revisa también lo que das y recibes. Valora lo que te gustaría atraer y porqué no lo consigues. Acepta y agradece lo que ya tienes. Acéptate y permítete merecer. Cuándo lo consigas, atraerás todo aquello que necesitas.
¿Te lo permites?
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