Imagina que vas conduciendo y uno de los cuadros luminosos de tu salpicadero se enciende.
¿Cómo reaccionarías? Puedes intentar apagarlo o en su defecto ignorarlo. Puedes intentar averiguar qué te querrá decir ese piloto encendido. Puedes incluso no volver a coger el coche. Puedes hacer lo que quieras, ¿Qué sería? ¿Qué pasaría si ese piloto luminoso fuera tu MIEDO? ¿Reaccionarías igual que en carretera? ¿Cuál es la diferencia? A pesar de la utilidad salvadora del miedo, su mero sentir, no suele empoderar a los que lo padecen. Cuando se manifiesta, sólo hace eso, manifestarse, no explica el porqué ni declara sus futuras intenciones. Avisa de su presencia como ese indicador luminoso de tu salpicadero. ¿Pero y siempre que pensamos que es miedo, es miedo? ¿Siempre que un piloto se ilumina, se enciende por lo mismo o puede haber otras causas? ¿Y si fuera sólo excitación?... ¿Cómo notarías la diferencia? Piensa una situación que te incomode, que no te guste llevarla a cabo porque no es lo que haces habitualmente. Sientes que no sabes si podrás conseguirlo. Suena tu alarma, el piloto se enciende al unísono y es entonces cuándo eres consciente de que sientes algo diferente. Taquicardias, sudores, tics y temblores se hacen notar... ¿Cómo llamarías a esta sensación? ¿Miedo? Ahora piensa en eso que tanto te gusta. La emoción que te causa hacerlo. Antes de empezar y debido a la pasión que pones, se produce cierta agitación. Un desorden emocional que te devuelve esas taquicardias, esos sudores, esos tics, esos temblores. ¿Que similitudes aprecias entre ambas situaciones? ¿Se repiten algunas sensaciones? ¿Cómo cuándo sientes miedo?... ¿Y si el miedo fuese una ilusión? Un espejismo momentáneo. Una confusión de sensaciones incómodas. Dicen que sólo se supera cuándo te enfrentas a él. Cuándo lo miras fijamente... Y cuando así lo haces... desaparece. ¿Desaparece o nunca estuvo? ¿Qué es lo que si se mira desaparece? ¿Si ya no está, qué estábamos mirando entonces?
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